Un hombre que nunca fue funcionario, pero que transformó desde su lugar de artista, la sensibilidad y el pensamiento de los que se acercaron a él, o a lo mejor de él, a su arte. Plasmó en cada una de sus películas una ideología, la de la belleza de los más humildes, como él, la de la dignidad de los más desprotegidos, con una visión única, un estilo propio, donde la poesía visual es una constante.
Vaya nuestro homenaje al compañero que siempre tuvo una relación estrecha con los sindicatos, un amor muy particular por la clase trabajadora, como lo muestra en cada uno de sus trabajos cinematográficos, como pasión colectiva cubierta de poesía.
Favio sigue vivo en su obra, es por eso que, en breve, te invitaremos a compartir una película suya desde nuestro SADOP. Hasta entonces.